¿Qué piensa Björnir de...?

¡Los misioneros de fin de semana!

En general, la religión merece para mi un respeto muy respetable. Desde la respetabilidad lo digo. Pero sólo eso. Si me preguntais cosas como quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, os diré que ni lo se ni me importa, que con vivir ya tengo suficientes complicaciones. Eso, y que ese recopilatorio de Siniestro Total es co-jo-nu-do. ¿Qué hay después de la muerte? Un proceso de descomposición muy desagradable que, por suerte, no estaremos vivos para sentir. Y luego nada, punto y finito. No es que sea agradable, pero es lo que hay. Lo que yo creo que hay, al menos.

Y con eso, por norma general, podemos vivir en paz Dios y yo (yo creyendo que él no existe, y él existiendo para el resto de personas que sí lo hacen). Al fin y al cabo, un señor que vive en una habitación cúbica en que cada cara es un techo, encerrado entre 6 tostadas de pan untadas con la cara mermelada hacia dentro, ya tiene bastante como para encima ensañarnos con él (claro que no lo entendeis, deberíais preguntarle a Chus y a David acerca de sus teorías de quién es Dios y a qué se dedica, basadas en la probabilidad Murphiana).

Y entonces es cuando sales a la calle un sábado, te sientas en un banco a esperar que venga la Pedreñera para llevarte a casa, y te aborda un tipo agradable y formalmente vestido. O un par de guiris con camisa de manga corta, corbatas y mochilas. Y empieza la danza. ¿Cree usted en Dios o algo? Es márketing, supongo. Salir a la calle a promocionar tu producto, en este caso una guia práctica de cómo explicarte el misterio de la creación sin quedarte embobado en medio de la más absoluta ignorancia, y adjunto un manual de ética básica para convivir en perfecta armonía con los demás y ganar así una entrada a alguna especie de paraíso (terrenal o ultraterreno).

Pero claro, ya fallamos en las bases. El otro día hablé (si si, tenía tiempo libre) con un par de testigos de Jehová. Me daban a entender varias cosas, como que ellos podían demostrar la existencia de Dios, y que eran los únicos que habían entendido los deseos del Creador para sus hijos. Y de cómo su camino nos permitiría a todos encontrar el Paraíso en la Tierra, por supuesto. Y me dan un folleto. En resumen, venía a decir:

- No te drogues ni te des al vicio
- Sé fiel a tu esposa, que por cierto debes casarte porque Dios así lo dispone
- Cuando decimos casarte, nos referimos a que lo hagas con una mujer, no seas maricón
- Y a ti, mujer, el que tu papel sea menos importante que el de tu marido no debe acomplejarte, porque tu deber es apoyarlo en todo lo que él decida y criar a los hijos que él te de. Y de cuernitos nada, perrilla (adoro esa palabra)

Uséase, que el paraíso terrenal se basa en un importante machismo con tintes homófobos. Eso sí, sin drogas. Faltaría más. Puuuuues nada, ya pueden llover religiones que yo sigo sin encontrarles un lugar en mi vida. Antes me hago adorador de los Primigenios, que aspiran a joderte la vida y destruir tu universo, pero al menos te lo dicen a la cara (mientras te la devoran, claro).