miércoles, 29 de julio de 2009

Somos cada vez un poco más idiotas

Lo tengo más que comprobado. Con 10 guardias uno ya se va coscando de cuántas neuronas han muerto en el largo camino de la evolución humana. Me gusta pensar en el primer homínido como un tio listo. Con una vida sencilla, eso sí, problemas enfocados en las necesidad primarias de la vida:

- Si muerde, lo lanceo desde lejos.
- Si no muerde, lo corro a patadas.
- En ambos casos, y si sobrevivo, me lo como/follo/ambas cosas aunque no necesariamente en ese orden.

Magistral, ¿eh? Pero claro, con el tiempo... las necesidades se complican... la vida es dura... total, todos idiotas. Todos. Sin excepción. Yo seguramente sea un idiota integral en muchas facetas de mi vida. Pero al menos me doy cuenta. Y la idiotez, amigos, se paga.

Por ejemplo: Si uno está diciendo que tiene un catarro horrible en su casa, que se lo ha pegado a toda su familia, que hasta el gato está metido en hielo por la fiebre... y luego va y te tose a la cara cuando le pones el depresor en la lengua... ¿qué haces? Imaginaos el cuadro. Ese moquito colgando de tu nariz, moquito ajeno, claro, esa cara de pasmo y esos ojitos que se te inyectan en sangre mientras las arterias te laten por todo el cráneo. Y el tio te mira y sonríe, como diciendo "si no es ná, puede que hasta sobrevivas". ¿Lo mato? ¿Asumo que como médico tengo que contar la estupidez como factor de riesgo de contagio?

Otro ejemplo: Mandas a alguien a su casa porque sospechas que tenga gripe A (hoy en día, si te tiras un pedo y huele muy mal puede que alguno te la diagnostique, pero ese es otro cantar), y le explicas muy detenidamente que no debe salir de su casa, mantener el menor contacto posible con los demás, extremas medidas de higiene, etc. Pues bueno, llamas al dia siguiente, ojo, 24 horas después (se ha demostrado que hasta las especies con una vida media de 12 horas podrían retener una idea durante 24 si viviesen lo suficiente), y te contestan que NO ESTÁ, que ha salido al centro de salud DONDE HAY MUCHOS ENFERMOS DE RIESGO para su rehabilitación semanal de cuello. Y que no te pongas como un basilisco, que si la paciente va al médico es porque "ustedes se lo mandaron". ¡Coño, también le mandé quedarse en su puta casa! Pues nada, a cuidar abueletes griposos sin vacunar por culpa de un iluminado -eso si, con un cuellito de cisne perfectamente flexible-.

Así pues, la idiotez se paga. Con salud, y a veces con vidas ajenas. Y por esa regla de tres, si los idiotas sobreviven porque las enfermedades se las pegan a los demás, la humanidad va en declive. Para los idiotas: muy mal. Cada generación será un poco más lerda que la anterior, hasta que al final nadie recuerde cómo cojones se encendía un fuego. Y vuelta a empezar.

viernes, 10 de julio de 2009

Doctor, ¿ha escrito en mi historia que soy tonta?

Pues si, señora, lo he hecho. Porque verá... cuando usted cruza ese umbral, alegando un dolor atroz en el hombro derecho que le impide ir a trabajar... cómo decirlo... mire, mejor le doy una lista de cosas que NO debe hacer:

1) No gesticule violentamente para teatralizar el dolor. Al menos, no lo haga con el BRAZO DERECHO. Hemos quedado en que no podía moverlo de puro dolor, ¿verdad? Pues eso...

2) No entre por la puerta de la consulta con el bolso colgado del PUTO BRAZO DERECHO. ¿Se lo han colgado en casa, ya que usted no podía? ¿Y por qué no lo han hecho en el brazo sano? ¿Quieren matarla, en su casa?

3) ¡Pero, pero... POR DIOS! NO DESCUELGUE EL BOLSO. Ea, lo ha hecho... ¿¡¿No hemos quedado en que no podía mover el brazo?!? Déjelo, déjelo, no vuelva a ponérselo...

4) Vale... hemos llegado a la parte en la que me pide el parte de baja... pues mire, deje de buscar cosas en su bolso con el brazo supuestamente inmovilizado. Que sólo le falta sacar una mancuerna y hacer biceps delante mía. Y esas caras descompuestas de puro dolor... están demasiado ensayadas. ¿Por qué no se alquila unas películas de Jeremy Irons? Así puede tomar notas de lo que es sobreactuar, y cómo evitarlo.

5) Venga, tome su medicación... ¿cómo? ¿Que no le gusta? Oiga, que yo le doy lo mejor para su dolencia. ¡No se me ponga chula, ni siquiera le duele y yo le receto analgésicos de los buenos! ¡¡¡VAAAAAALE!!! Tome, diclofenaco. Así le reviente el hígado. Al menos, tendría un motivo de baja creíble.

6) Oiga, una cosa más antes de irse... Esa cara de felicidad por no tener que currar en los próximos 4 días... si, esa... la borra. Se lo digo porque, teniendo en cuenta de que aún no ha pasado por la farmacia para comprar las pastillas -que prácticamente se ha recetado usted sóla-, no me parece creíble que ya haya dejado de dolerle. Eso, y unas lagrimitas. Vale, ya puede irse. Por cierto, se deja el bolso...

7) ¡¡¡PERO NO SE LO CUELGUE EN EL BRAZO MALO, COÑO!!!

¿Basado en hechos reales? Es posible. Un mes da para mucho...