jueves, 14 de agosto de 2008

Pibología Björniana Básica

¿Qué es la pibología? Pues a grandes rasgos, una ciencia. Como todo lo que termine en logía (no, los masones no cuentan). En cuanto a su naturaleza, podríamos decir que es inexacta, como las matemáticas (la gran mayoría de la gente no puede calcular con una precisión del 100%, lo que convierte a las matemáticas en algo inexacto... y los pocos que pueden son la excepción que confirma la regla). A lo largo de la historia, los grandes pensadores han desviado su atención a las grandes cuestiones de la humanidad. Los demás, sin embargo, nos hemos limitado a mirar al suelo y tratar de no tropezar dos veces con la misma piedra. Normalmente sin éxito. Y así nació la pibología, una ciencia que trata de clasificar las parejas de cada uno, buscando un patrón que determine en qué momento tomó la decisión equivocada y todo se fue al garete. Aunque os parezca mentira, el 90% de los casos corresponde al momento en que se pronuncia un "si quiero".

La pibología Björniana abarca una rama más específica de este noble arte: la relación volátil que se establece cuando un neurótico inestable se aparea con una psicópata descompensada. Pocos han sido los investigadores que se han aventurado en este turbulento campo, y muchos menos los que pueden ser tomados en serio dado su escaso equilibrio mental. No obstante yo vengo a hablaros de los estudios de "un amigo mío" (ese del porno y los actos deleznables durante las noches en que uno bebe de más y comienza a hablar en gallego), uno que ha logrado salir con vida de toda esa vorágine, y en el fondo anhela el momento de sumergirse de nuevo... aunque sea sólo un ratito.

La gran cuestión a la cual la pibología Björniana trata de dar respuesta es: "¿Cómo saber si mi piba está loca?". A priori, es difícil determinar el estado mental de una mujer. Debido básicamente a dos razones, siendo la primera el que nunca podemos discernir muy bien lo que están diciendo. Sí a grandes rasgos, por supuesto, las palabras que articulan y cómo hilan las frases. Pero en el fondo nunca llegamos a entender el sentido completo de la oración. Mucho menos de un párrafo completo. Así, es imposible saber si una mujer dice sandeces o cosas inquietantes (por norma general, cualquier frase demasiado larga en una mujer nos inquieta enormemente). La segunda razón, son en realidad dos: las tetas. Cualquier mensaje que debiera encender las lucecitas de alarma en nuestro cerebro queda mitigado por esos dos fascinantes bultos, resonando en el fondo de nuestras conciencias con un tono sordo y grave que apaga toda voz de la sensatez.

No obstante, diversos estudios han comprobado que ciertas cualidades de la fisionomía de una mujer, algo que cualquier hombre observa antes incluso de cruzar una palabra, pueden darnos pistas acerca de su estabilidad mental. El eminente catedrático en Salidología, don Shumeun, señala numerosas veces en sus publicaciones y conferencias que el tamaño de las tetas es, sin duda, un indicador fiable. Elaboró una tabla según la cual a partir de la talla 90 hay ciertas conductas inquietantes, que conforme aumenta la talla degeneran en patologías manifiestas. Sus estudios más contrastados se basan en un sujeto que, a lo largo de su pubertad, se fue liando con chicas cada vez más voluptuosas y, a la par, más chifladas.

Su eterno rival, el doctor don Vitol von Vitolius, apostilla en su obra maestra ("Las Relaciones Estables y el Infierno: Diferencias que Hacen esto Último Preferible"), que no son más que chorradas sin sentido de, cito literalmente, "el jodío gordo". Hipotetiza que la enfermedad mental es, en realidad, una enfermedad venérea. Y como tal, el sujeto del estudio la trasmitiría cada vez que consumase (o se las follase). Esta teoría fue rápidamente desmentida, al registrarse un caso de chifladura mental antes del coito.

Otro eminente doctor en la materia, don Cah-litos, destacó la importancia de la clase socioeconómica en el grado de chifladura mental. Él nunca se atrevió a contradecir la teoría de la "Vuluptuosidad Demencial", pero sí anotó que en ciertas clases sociales, la locura sobreviene a las sujetos más estilizadas. Así, las probabilidades de que una mujer detenga su coche en medio de la carretera para abroncar al novio son directamente proporcionales al prestigio de la marca del coche (si por ejemplo, un Seat multiplica por 1 la probabilidad, el Mercedes es un factor x5, Jaguar x10 y así sucesivamente). Del mismo modo, el porcentaje de broncas (o machangas) que se reciben de la pareja es equivalente a la tarifa semanal del complejo de apartamentos donde están pasando unos días, o al caché social de la celebración a la que la has acompañado.

En sus estudios entre las primitivas tribus de Telde, el doctor Yeyudo Yeyo comprobó que una mujer loca, de por sí, se vuelve más loca cuanto más le guste a uno. Así, conforme se le profesa afecto, el ritmo de escalada de su demencia se acelera, llegando a metérnosla doblada más veces por semana. Las cifras registradas en sus estudios se vieron bruscamente sesgadas cuando, por fin, se animó a poner un drástico fin a la situación en un modo que, por motivos legales, no nos está permitido revelar.

Por último, el desprestigiado doctor P. Cabrón González, ha señalado siempre que la locura llama a la locura. Razona que si el sujeto A está como una cabra, cualquier mujer inestable se sentirá a gusto con él, aunque sea en su fuero interno. Por el contrario, las mujeres equilibradas no aguantarán mucho tiempo. O si aguantan, la propia locura del sujeto A acabará por desestabilizar la situación.

Todas estas teorías se fusionaron hace años en lo que se denominan Las Tres Reglas Björnianas:
- Los hombres cabales no salen con mujeres chifladas
- A menos que sean ricas
- O que tengan un buen par de tetas (Corolario: un físico imponente compensa una talla inferior a la 90).

¿Hipótesis disparatada o verdad como un pino pinero? Sólo el tiempo podrá confirmárnoslo... ¡Y eso es todo por ahora! En la próxima entrega: "Cómo saber si la mejor amiga de tu novia se suició anoche pero ella no llora porque de niñas se prometieron no llorar si una de las dos moría, o si símplemente está loca".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

GRANDISIMO!!! xD

/clap

espero la siguiente entrega y casos clínicos!!!

Anónimo dijo...

Todo un peazo estudio, por contrastar con pruebas de laboratorio y ensayos clínicos controlados por enfermeras cachondas, por supuesto, pero no por ello menos real y escalofriante.

Espero que amplies en sucesivos estudios estos resultados tan impactantes, añadiendo nuevas variables, como la adicción a las series ñoñas y/o las amigas mete-cizaña. Con eso ya te sacas el doctorado por la Universidá Poculo. xD

Un saludo, Pableras!

Björnir dijo...

Gracias, gracias :D Me alegro de que te os haya gustado. Y a los aludidos directa o indirectamente: No os mosqueeis, yo estaba allí. Y me llevé lo mio también xD